Las espadas de Toledo fueron forjadas con acero excepcional y
empuñadas por los brazos más terribles del mundo. Su dureza extraordinaria era
una fuerza invencible en las manos de un espadachín experto.
Todos los ejércitos
europeos sabían de la calidad superior de las espadas de acero de Toledo y
muchos de los grandes guerreros de la historia confiaron solamente en los sables
de procedencia Toledana.
El origen de las espadas de Toledo viene de las costumbres españolas más antiguas. Hace más de 2.000 años, en el siglo V, los herreros ibéricos forjaron ya unas espadas de Toledo conocidas como falcatas que tenían una lámina del hierro en el interior y un diseño especial hecho para aumentar la brusquedad de la raya vertical. Debido a su fama, estas espadas de Toledo fueron elegidas por Aníbal para su ejército y las legiones romanas.
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